miércoles, 30 de noviembre de 2011

La estafa del "primo del Puma Carranza"


Mi primera vez
La estafa del "primo del Puma Carranza"

Por: Orlando López E.

Era de esperarse, teniendo nueve años de edad y cursando el cuarto año de primaria en un colegio sacerdotal fui víctima de la primera estafa de mi vida. Como muchos niños antes de salir al mundo, fui entrenado por mis padres durante años para evitar los cuentos más comunes que utilizan los llamados estafadores al paso. Tal vez mi inocencia y confianza en la gente nubló mis ojos ante algo que era evidente para la mayoría de mis amigos, claro que es fácil burlarse y decir “pero cómo no te diste cuenta” cuando tú no estás en los zapatos del timado.

Película "El ladrón de bicicletas" - 1948
Era uno de los últimos días de mis vacaciones de verano y qué manera de terminar ese periodo de vagancia plena. Luego del almuerzo, había hecho mi aparición en la cuadra más popular del barrio montado en la bicicleta de mi primo, la cual había tomado prestada mientras él estaba distraído con su noviecita de turno, de pronto me uní a una pareja de hermanos amigos míos que estaban haciendo carreritas dándole vueltas a la manzana, típico. Todo iba bien, incluso iba ganando por buena ventaja, hasta que de repente un tipo se me cruza en el camino y me dice: ¡hey detente! Yo obediente me detuve y al frenar mis amigos me pasaron continuando con la carrera. Ya teniendo al hombre en frente me dijo: estoy buscando chicos que quieran jugar fútbol para mi equipo. Yo, que para aquel tiempo era poco fanático de ese deporte, le dije que no era de mi interés porque no sabía cómo se jugaba. Astuto él, me dijo que no habría problema siempre y cuando yo quiera participar y ser campeón. He ahí el problema, yo no sabía decir NO y combinado con mi espíritu competitivo me dejé llevar por el entusiasmo y acepté el reto. Es decir pisé el palito.

Luego de un rato de conversación y notándome un poco dubitativo me preguntó: ¿tú conoces al “Puma Carranza”? y bueno yo podía no saber de fútbol, pero el Puma era el Puma así como: “La U es la U”. Por supuesto, le respondí, a lo que él rápidamente me dijo: bueno yo soy su primo y me ha pedido que junte un grupo de chicos de tu edad para llevarlos a entrenar al Colegio Claretiano. ¡Bingo! ¡Ese era mi colegio! Entonces fue cuando se me dibujó una sonrisa en el rostro y empecé a soñar, puesto que en el Claretiano no me seleccionaban pero ni para alcanzar las botellas de agua.

Mis amigos estaban en plena carrera y esta vez era yo quien los detenía, ellos pararon y les comenté sobre la gran propuesta que tenía el primo del Puma Carranza para nosotros, pero sin pensarlo dos veces se negaron y siguieron manejando su bicicleta hasta completar su objetivo. Pasaban los minutos y no conseguía más adeptos para la situación, no sabía si lo hacía para sentirme acompañado o para sentirme menos comprometido con el hombre que seguía cada movimiento que daba. No puedo negar que por un momento se me cruzó la idea de que podría ser una estafa, pero mi confianza podía bloquear ese absurdo pensamiento que finalmente podría haberme salvado de la paliza que me dieron esa tarde en casa, además de la burla durante años por parte de mis amigos del barrio. Luego de haberme entretenido por más de una hora, el tipo me condicionó diciéndome que para poder ingresar al equipo tenía que correr y dar una vuelta a la manzana en el menor tiempo posible, claro que sin la “bici”. Fue entonces que empecé a correr como nunca, tanto así que Forest Gump era un chancay de a veinte. La sorpresa fue que al regresar al punto de partida, el primo del Puma Carranza no estaba y obviamente mucho menos la bicicleta. Por unos minutos no sabía qué había pasado, luego sentí que en mi frente llevaba pegado un cartel que decía: tonto. La angustia que viví en ese momento era incalculable. Esa vez fue la primera vez que fui estafado cruelmente y al mismo tiempo fue el momento en el cual aprendí a decir NO. Hoy lo puedo contar libremente como anécdota, pero hasta los dieciocho años me costó mantener aquella experiencia lejos de las reuniones y recuerdos de la infancia de todos mis amigos. A veces es mejor aprender a la mala que simplemente ser un espectador de aquellas historias, de las que pensamos nunca nos pasará. Dicen que cada minuto nace un tonto, pero la vida y experiencias como la mía se encargan de hacer a ese tonto un poco menos confiado.

A continuación les dejo un enlace de la película "El ladrón de biciletas". Dudo mucho que este sea el caso del estafador de mi historia, pero es una gran obra cinematográfica que es digna de apreciar y recordar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario